Revista de Tenis Grand Slam.
27/05/2020
Alejo Mancisidor, el formador de Garbiñe Muguruza
Por: Diego A. Pacheco
Sus mayores alegrías y momentos de orgullo quizá no fueron precisamente como tenista profesional, sino como entrenador. Construyó el camino para que una chica que conoció desde los tres años, levantara un trofeo que él jamás imaginó lograr como tenista profesional.
Cuando era apenas un niño empezó a jugar al tenis obligado por su madre a los siete años. Nació en San Sebastián, aprovecho ser su cercanía con Francia, gran potencia en el deporte blanco, no era un ambiente como para que un chico cultivara amor por el tenis, pero si curiosamente para que él aprendiera un segundo idioma, como evidentemente lo hizo.
Practicaba el fútbol y la natación con pasión, pero no sucedía lo mismo con el tenis, deporte que entrenaba solo una hora a la semana con su entrenador Jesús Tapia. Poco a poco se fue dando cuenta que tenía habilidades para el tenis y le fue tomando cariño, tanto como para terminar decidiéndose definitivamente por este deporte, al que hoy en día considera un sano vicio.
Sus primeros torneos los disputaba solo con una raqueta, con la cual llegó a semifinales del Campeonato de España en categoría Alevín. Ese acontecimiento marcó un antes y un después en su vida. La Real Federación Española de Tenis le ofrece una beca para ir a entrenar a Barcelona donde curiosamente, tiempo después le dicen con franqueza que no es tan talentoso para el tenis a nivel competitivo, y que opte por tomar una oportunidad de estudiar si surge una buena oferta.
Es el momento donde aparece José “pepe” Higueras, quien le ve condiciones y lo anima a continuar jugando el tenis para llegar a nivel profesional. El mismo Higueras lo mira a los ojos y le dice: “Vamos, pero si es que tú puedes jugar bien al tenis, ¿quién te ha dicho que no juegas bien al tenis? Lo llevó a vivir a su casa en California, junto a otro chico que empezaba a dar sus primeros pasos, el norteamericano Pete Sampras, quien era un año menor que Alejo. A la edad de 17 años era el número 2 en California, el número 1 era Sampras.
Esta gran escalada en el ranking le permitió ir a la Universidad de Pepperdine donde estuvo dos años. Después del primer año en el circuito universitario, le ven condiciones muy reales para ser tenista profesional y a los veinte años se plantó en el circuito Atp. Estos logros con tan solo 20 años jamás lo desenfocaron, por el contrario, se llevó pocos disgustos debido a que sus expectativas no eran tan altas, razón por la que mentalmente sufrió poco.
Su ascenso profesional fue muy rápido, el mismo Alejo lo reconoce. “Empecé de cero, y en ese primer año acabé 220 del mundo. El segundo año ya estaba jugando en Roland Garros y en el Us Open. Todo esto vino muy rápido”. Curiosamente también tuvo momentos importantes donde dejó su nombre en los registros de los Grand Slam. En el Abierto de los Estados Unidos de 1992 registró una marca imborrable, al ser el jugador con más aces en un partido, aunque perdió en cinco sets en la primera ronda. También alcanzó los cuartos de final del Abierto de Guarujá dejando en el camino a jugadores como Jaime Yzaga y Marc-Kevin Goellner. Al final de temporada terminó de 120 en el ranking con la sensación de estar más cerca de ese anhelado top-100. Sin embargo, circunstancias familiares le impidieron seguir compitiendo a nivel profesional y tuvo que abandonar prematuramente ese proyecto.
No obstante, el tenis siguió siendo su norte. Al no poder seguir en el circuito profesional, se inscribió en los torneos nacionales que se celebraban en España donde en ese momento se ofrecía un buen dinero. Empezó a tener éxito en estas competiciones y así podía sustentar a su familia, evidentemente jugaba con menos presión y su nivel superaba con creces al de sus rivales, gracias a la experiencia que había adquirido en el circuito de la ATP.
En ese momento recibe una llamada de la Academia Luis Bruguera. Le dicen que tienen a una chica que estaba dentro de las 100 del mundo, que conocen de él su trayectoria y sus características de ser jugador táctico y con experiencia mental, precisamente los campos en los que su futura pupila tenía que trabajar. Esa chica era María Antonia Sánchez Lorenzo, con ella debutaría como entrenador en el Abierto de Australia y en ese primer año acabaría 36 del mundo. Así empezó su carrera de entrenador, al igual que como tenista, prematura y exitosa.
A lo largo de estas últimas tres décadas sus ojos han visto el talento de decenas de chicas que han llegado a ser parte del equipo español de Copa Federación, como lo son Martha Marrero, Lourdes Dominguez Lino, Nuria Llagostera, María José Martínez, Arantxa Parra, Laura Pous y evidentemente Garbiñe Muguruza, con la que obtuvo sus mayores logros, al alcanzar la final de Wimbledon de 2015.
Durante ese ciclo de cinco años dirigiendo a Garbiñe Muguruza sin duda disfrutó de dulces experiencias especialmente en los Grand Slams. Esta chica de padre español llegó desde Venezuela, su padre quien tenía una amistad estrecha con Alejo, y siempre le suplicaba que la entrenara individualmente y se dedicara a formarla, lo convenció para que se enfocara solo en su hija y finalmente Alejo encontró el momento perfecto para trabajar especialmente con ella.
“Cuando empecé con Garbiñe sacaba mal, la derecha la tenía bastante mala, pero al mismo tiempo tenía una mirada y un yo interior que le decía, voy a hacer buena pase lo que pase… le decía las cosas y las aprendía en dos días. ¿Porqué? Porque ella creía en ella y quería ser la número uno del mundo y sabía que lo iba hacer”. Principalmente el tema mental fue lo que más trabajó con Garbiñe, ajustando otros detalles técnicos que venían contagiados a su talento.
Uno de los partidos que más recuerda con emoción dirigiéndola como entrenador, son el de la segunda ronda de Roland Garros 2014. En Roland Garros le ganó contundentemente 6-2 6-2 en menos de 51 minutos. De su memoria no se pueden olvidar recuerdos como esto, el hecho de que su pupila estuviese venciendo a la múltiple campeona Serena Williams en ese momento por el que pasaba la norteamericana, era dar un gran paso en su carrera tenística. Un año después lograría la final de Wimbledon perdiendo coincidencialmente ante Serena. Luego de esa final Alejo y Garbiñe terminarían su proceso profesional de casi seis años donde lograron el título de Hobart, y finales en Wimbledon y Florianópolis.
Recientemente han surgido de sus huestes formativas, tenistas como Paula Badosa y Laura Arruabarrena. Como seguimiento a ese compromiso por formar y hacer surgir nuevas tenistas en su país, se dedica a trabajar de lleno en el Centro de Alto Rendimiento llamado Top-Tenis, liderado también por sus otros compañeros Arcadi Manchon y Xavier Torner donde entrenan especialmente a chicas de entre 10 y 17 años enfocando siempre la importancia de educarlas con valores y la mentalidad deportiva, al mismo tiempo en el que se enfocan para seguir sus estudios universitarios.